
sopo, pozos de los deseos
En un pozo de la cercana quebrada de La Moya el 3 de Diciembre de 1753 la lavandera Rosa Nieto, encargada de los oficios parroquiales, descubrió bajo los ramajes de un roble, una piedra en la que le pareció ver estampada una imagen del señor, que con amorosa devoción sacó del fondo de las cristalinas y llevó a su casa. Cerrada ya la noche y cuando ya estaba recogida en su lecho y a oscuras, he aquí que en medio de las tinieblas observa Rosa, presa de asombro y a la vez de contento, que aquel gujarro despedía el mismo resplandor que había visto en la fuente y que éste era producido por la misteriosa pidrecilla.



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